No hay tiempo para explicaciones
“¡Alto! ¡Enfermera!”, le gritó un agente mientras corría, pero Gracie no se atrevió a aminorar la marcha. Cada segundo importaba. La urgencia de encontrar al hombre la impulsó, con el uniforme ondeando a sus espaldas mientras corría. “Volveré”, gritó por encima del hombro, esperando que la entendieran. Los agentes dudaron y la dejaron marchar, observando cómo desaparecía en la noche.

No hay tiempo para explicaciones
Persecución decidida
A Gracie le ardían los pulmones, y sus pasos golpeaban el pavimento mientras avanzaba. El jardín se alzaba justo delante, envuelto en sombras, el refugio perfecto para alguien que intentaba desaparecer. El corazón le latía con fuerza, no sólo por la persecución, sino por el peso de lo que podría descubrir. Estaba tan cerca que la noche parecía detenerse al llegar a la entrada.

Persecución decidida