Mi madre se puso un vestido de novia en mi boda, y la reacción de mi marido la dejó atónita.

Murmullo de los invitados

Cuando estábamos en el altar, un murmullo se extendió entre la multitud. Mi padre miró a su alrededor, con evidente confusión al captar los leves susurros que se entretejían entre las filas de invitados sentados. Sus ojos se movían entre mi marido, mi madrastra y yo, como si intentaran descifrar una conversación que nadie había mantenido en voz alta. El corazón se me aceleró en el pecho, pero me obligué a mantener la compostura. Fuera lo que fuera lo que mi marido había planeado, tenía que ocurrir, y pronto.

Ignorar la distracción

Con una sonrisa segura y un aire de compostura, mi madrastra se comportaba como si su presencia fuera perfectamente normal. Estaba sentada, aparentemente contenta con la atención que recibía. Busqué la mirada de mi marido, encontrando consuelo y fuerza en los votos que acabábamos de intercambiar. Me los repetí en silencio, decidida a no dejar que eclipsara aquel momento. A pesar de sus esfuerzos por atraer la atención, aquel día era nuestro y estaba decidida a que siguiera siéndolo.