Una pista prometedora
La persistencia de Gracie dio sus frutos cuando sus ojos captaron algo en la tierra junto a la carretera: huellas, grandes y claramente humanas, del tipo que sólo un hombre de tamaño notable podría dejar tras de sí. Se alejaban de la acera, abriéndose paso entre la maleza cercana. Una chispa de esperanza se agitó en su pecho: por fin, una pista concreta que podía seguir.

Una pista prometedora
Hacia lo desconocido
Siguiendo el rastro, Gracie se encontró adentrándose en espesos arbustos, un lugar que nunca se había planteado explorar. Cuanto más avanzaba, más se estrechaba la vegetación, y el sendero se volvía poco más que sugerente. Sin embargo, se negó a detenerse, impulsada por la idea de alcanzar por fin al hombre. No se había dado cuenta de lo vasto y oculto que era este páramo, tan cerca de la carretera y, sin embargo, apartado de todo lo que le resultaba familiar.

Hacia lo desconocido